PREFACIO
Al final del viaje, en el principio de la vida, nacer
supone para el hombre un cúmulo de emociones y experiencias, un instante clave
de su existencia, en el que no hay desperdicio alguno, por vez primera siente,
oye, ve, es a partir de este momento, cuando comienza un relativo largo peregrinaje
por esa maravillosa estela de plata que es la vida, un mundo lleno de acontecimientos,
cuya explicación se confunde tras un velo de apariencia transparente, pero de
espesa niebla, sólo penetrable por la mirada de aquel que, con amor, voluntad y
servicio, siente más allá, oye más allá y mira más allá, pues mientras que el
sonido de nuestro primer llanto, ahuyenta los problemas de aquellos que nos
rodean, se descubre ante nosotros un espacio en el que desconocemos por
completo sus reglas, reglas a las que hacemos la mayoría de las veces, caso
omiso, porque en realidad, desde ese momento en que nacemos, hay una parte de
nosotros mismos que permanece dormida, si bien es cierto, que se debe en gran
parte, a que no hemos enseñado a nuestro propio ser, lo que hay detrás de
sentir, oír y ver.
Las leyes a las que continuamente
estamos sometidos, no existen únicamente a nivel físico, en donde la relación
causa-efecto es más fácil de constatar, sino que existen también leyes a otros
niveles de vibración. ¿Alguna vez te has preguntado por qué sucedieron así las
cosas?, ¿Acaso es factible que las cosas ocurran porque sí, la casualidad no
existe, antes de Newton, posiblemente era casual que las manzanas
cayesen de los árboles hacia abajo, porque las gentes de aquella época, eran
conscientes de este fenómeno, asumían que todo lo que no era sostenido caía,
pero sin llegar a comprender la verdadera razón, algún día, tal vez no muy
lejano, comprendamos por qué aparece en nuestro camino esta piedra o esta otra,
y que debemos hacer con ella para que tras nuestra acción, esta piedra no se
haga aun más grande. Y es que debemos conocer, comprender, despertar de este
gran letargo, ¡basta ya! de seguir experimentando lo mismo que ese primer día
de nuestras vidas, hay algo más, mucho más, pero debemos ser conscientes de
este hecho antes, para poder observarlo después, nadie se plantearía montar en
avión, sino creyese que volar es posible, por todo ello aprovechemos nuestro
cuerpo, nuestro vehículo, nosotros lo hemos creado y descubramos las leyes, que
ocultas a nuestros ojos, dirigen nuestras vidas. Este libro es sin duda, una
joya entre los conocimientos, una guía que te ayudará a comprender el
significado de las cosas, introdúcete en él y observa con su ayuda tu entorno,
y recuerda que, todo lo que hay que saber, vive con nosotros, sólo hay que
sintonizar correctamente la emisora adecuada, y cuando conseguimos oírla,
sintonicemos también bien nuestro cerebro y oigamos lo que dicta nuestra alma.
Hemos nacido por una razón mucho más importante de lo que pensamos.
Antes de comenzar la lectura de este
magnífico libro, quiero hacer referencia a una cita del propio autor en otro de
sus escritos, ”El oficio o desempeño de cada uno de nosotros aquí en la tierra,
es de incuestionable valor, pero no olvidemos que se trata de un medio, el fin,
debemos distinguirlo a medida que con nuestra experiencia, evolucionamos”.
Julián Peco Ruiz
PROPÓSITO DEL LIBRO
Este Libro fue concebido en la “Fragua del Alma” y
gracias al gran interés mostrado, por un numeroso publico en estas últimas décadas,
hacia el Esoterismo en concreto y,
hacia la Espiritualidad sin fronteras en general. Esta es la real
motivación creadora de realizar este libro-curso.
Curso que exponemos gustosamente a la consideración de todos los estudiantes y
aspirantes de esta Nueva Era de Acuario. Trataremos de dar una Visión
Clara y Serena de lo que debería ser el correcto desenvolvimiento de las
enseñanzas esotéricas -palabra ésta poco entendida y a veces muy mal
utilizada-. Sin embargo, confiamos plenamente en la capacidad que posee el
hombre actual para investigar y analizar cabalmente estos "Principios Básicos" que van a
desarrollarse en esta Obra. La dificultad que entraña en sí misma la
divulgación de este Conocimiento tan Elevado y "Sagrado", nos pone en guardia y nos obliga al mismo tiempo, a tratar de dar
esta enseñanza lo más sencillamente posible, a la vez que también nos obliga a
exponerla lo más científicamente que podamos, para que las dos corrientes
aparentemente antagónicas, la MÍSTICA
y la CIENTÍFICA puedan
armonizarse y establecerse en una misma y simbiótica Unidad, siendo posible
esta unidad para el estudiante que ha alcanzado cierto grado de comprensión
esotérica.
En
estos estudios partimos serenamente de un profundo sentido de la
responsabilidad y de una cuidadosa selección de Conocimientos Sutiles que han
sido derramados, como agua bendita,
por numerosos Guías Espirituales y Maestros de Sabiduría que dedicaron todo Su tiempo y todos Sus esfuerzos a la
Excelsa Obra de REDENCIÓN MUNDIAL. A tales Seres Elevados, se les conoce por
doquier por diversos nombres y son los patrocinadores de numerosas Escuelas y
Religiones del Mundo. No trataremos, en estos estudios, de crear una nueva “corriente” o Escuela Esotérica, o una
nueva forma de pensamiento filosófico u Ocultista, ni mucho menos, sino la de “restablecerla” y ponerla a la
consideración del público en general y del estudiante en particular, ya que
para la creación de estos capítulos y en la estructuración del libro, se han tenido en cuenta a
numerosos Autores Esotéricos; Maestros, Iniciados y Discípulos de todos los
Tiempos, de todas las Edades y de todo Pensamiento.
“LA FÁBULA DEL ELEFANTE
BLANCO”
OM. Cuenta una antigua fábula hindú, que habían tres
hombres muy sabios, buscadores del “Sagrado Elefante Blanco”, el cual no era
simplemente un mito para ellos, sino un verdadero ejemplar viviente de la más
elevada Divinidad, pues Él representaba la “VERDAD MÁS EXALTADA”. Eran tres
insaciables peregrinos, embarcados en la más noble exploración de los Misterios
Universales. Tres ancianos, venerables, inquietos como los niños, y con una
mente capaz de abarcar lo inesperado, lo nuevo, lo trascendental. Los tres
tenían una peculiaridad física y es que eran ciegos de nacimiento, pero para
ellos eso no era ningún obstáculo que les impidiese continuar su búsqueda sagrada,
ya que como es sabido, son los ojos muchas veces los que nublan y ciegan la
realidad. – Porque para los ojos físicos todo son apariencias, pero para el
sabio que reconoce esto, mira con los ojos de alma, con los ojos de la
intuición. Cuando así se mira las apariencias se desvanecen y la esencia queda
desnuda, nada queda oculto a los ojos del Alma.
Tras
buscar por varias ciudades, exhaustos llegaron a un poblado sencillo donde un
anciano lugareño, amablemente, les indicó dónde, según decían los antiguos
sabios del poblado, podían encontrarlo. Estaban ya, ciertamente, muy cerca, y
con decisión y firmeza, henchidos de alegría se introdujeron en el interior de
la selva. Anduvieron durante toda la mañana y como eran ciegos agudizaron al
máximo sus otros sentidos. Cayo la tarde y los tres estaban exhaustos, pero
seguían buscando con entusiasmo, entusiasmo digno de los verdaderos buscadores,
y ¡por fin!, los tres oyeron y hasta olieron la inmanente presencia del Grande
y “Sagrado Elefante Blanco”. Profundamente emocionados, y como si de un relámpago
se tratase los tres ancianos salieron corriendo a Su místico encuentro, ¡hasta
los árboles se apartaban por compasión al verlos venir!. Había llegado el
momento, el mágico encuentro entre lo buscado y el buscador, entre lo
profundamente invocado y la respuesta de una evocación divina, a la altura del
tesón y la perseverancia mantenida durante años, incluso vidas... Uno de los
ancianos se agarró fuertemente a la trompa del elefante cayendo de inmediato en
profundo éxtasis, otro con los brazos completamente abiertos se abrazo con
poderosísima fuerza a una de las patas del paquidermo y, el tercero se aferró
amorosamente a una de Sus grandes
orejas, ya que el elefante sagrado estaba placidamente tumbado sobre
unas hojas.
Cada uno de ellos experimento, sin lugar a dudas, un sin fin de
emociones, de experiencias, de sensaciones, tanto internas como externas, y cuando
ya se habían colmado por la bendición del Sagrado Elefante, se marcharon, eso
sí profundamente transformados. Regresaron a la aldea y en una de las chozas
los tres en la intimidad relataron y compartieron sus experiencias. Pero algo
extraño empezó a ocurrir, empezaron a elevar sus voces y hasta a discutir sobre
la “Verdad”. El que experimento la trompa del elefante dijo: la Verdad (que era
la representación del Sagrado Elefante Blanco) es larga, rugosa y flexible; el
ciego anciano que experimento con la pata del elefante dijo: eso no es la
verdad, la “Verdad” es dura, mediana, como un grueso tronco de árbol; el tercer
anciano que experimento la oreja del paquidermo, indignado por tantas
blasfemias dijo: la “Verdad” es fina, amplia y se mueve con el viento. Los
tres, aunque sabios y hermosas personas, no se entendían, no se comprendían y
decidieron marcharse cada uno por su lado.
Cada uno por su camino,
viajaron por muchos países, haciendo de su capa un sayo, y difundiendo su
verdad. Crearon tres grandes religiones y fue rápida su expansión. Esto fue
posible porque tocaron la “VERDAD” y la predicaron honestamente por todo el
mundo desde el corazón. Los tres buscadores, habían llegado a encontrar la
Divinidad, pero no percibieron su amplitud, sino que se limitaron a
experimentar una parte, no el Todo, por lo tanto, aunque sinceros en su
búsqueda y en su servicio, herraron en su propia limitación mental.
De esta maravillosa y simbólica historia se pueden desprender innumerables
conclusiones, todas ellas posiblemente validas. Para aquel que es un iniciado,
percibirá rápidamente que muchos de los problemas actuales tienen que ver con
el desarrollo de esta fábula, siendo también la solución posible, mediante el
despliegue natural de nuestra inteligencia y de nuestro amor, hacia todos los
asuntos de nuestra vida humana, si aplicamos correctamente las siguientes
conclusiones prácticas.
Saquemos algunas
conclusiones:
- Al igual que los tres ancianos, muchos
individuos buscan algo; la felicidad, el éxito, la plenitud, el amor, la
aceptación de los demás, la amistad, etc. E incluso para unos pocos inconformistas
y testarudos, la “VERDAD”, ¿el por qué de las cosas?, de la vida de la
existencia, etc.
- Aunque nos moleste
aceptarlo, al igual que los tres ancianos, el ser humano parte hacia esa
sagrada búsqueda, con la evidente y profunda ceguera de su propia ignorancia.
Los cinco sentidos y el intelecto no son suficientes herramientas para
investigar y descubrir la “Verdad”, el “Espíritu” que está detrás de las apariencias,
detrás de todo lo creado, la quinta esencia
o corazón de la innata divinidad subyacente...
-
Cada uno de los ancianos descubrió, sin
lugar a dudas, con toda su alma, parte de ese Gran Misterio, de esa Divinidad,
eso no se cuestiona en la fábula. Sin embargo querer abarcar todo el océano de
sabiduría en unas manos humanas es imposible. Tener una profunda experiencia
con lo divino no es englobar todo su contenido. Sin embargo son muchos los que
tratan de monopolizar la Verdad, a Dios, a través de una Religión, de una doctrina
o una Filosofía, y eso no se puede hacer. No se puede limitar lo ilimitado, no
podemos coger a Dios y encerrarlo en un libro y luego decir que es la “Suprema
Palabra de Dios Incuestionable y Veraz”. Así comienzan muchas guerras y
conflictos, por falta de inclusividad y estrechez mental.
¿ QUÉ ES LA “ VERDAD
” ?
El ser humano necesita
desesperadamente “seguridad”, e intenta alcanzarla por todos los medios. Pero
no solamente seguridad material o de subsistencia, sino también seguridad
interior, de sus emociones y afectos, de su propia existencia e identidad. El
problema del: “qué lugar ocupo en el sistema de la vida”, “qué se supone que se
espera de mi” y “para qué sirvo realmente”, provocan en nuestro interior mucho
desazón. Y es debido a esa inseguridad permanente, la que no acabamos de
solucionar nunca, la que nos empuja a realizar miles de cosas, y a veces muchas
de ellas absurdas, carentes de sentido, como por ejemplo el “pasar de todo” o
todo lo contrario “luchar a muerte y contra todos por un ideal”. El primero se
convierte en un incomprendido de la sociedad, en un “inadaptado”, y el segundo
en un kamikaze suicida, en un mártir odiado por muchos, o héroe venerados por
otros. Naturalmente, estamos hablando de extremos, y los extremos nunca son
buenos de por sí, sin embargo éstos nos permiten dilucidar e intuir el camino
medio, el posible equilibrio necesario para vivir con cierta seguridad o
estabilidad, aunque en la mayoría de los casos no sea más que una estabilidad
virtual.
Toda la clave de la existencia
humana consiste en conocer “LA VERDAD”. Pero, ¿dónde esta esa
Verdad Esencial?....... La Verdad nos daría la necesaria “seguridad” para ser
felices y completos. Nos proporcionaría un futuro, y la comprensión de nuestro
pasado, nos permitiría así mismo sacar todo nuestro potencial en el presente y
no nos dejaría perdernos en la ignorancia tan aguda de nuestros tiempos. La
Ciencia moderna nos despliega una interesante percepción del mundo que nos rodea,
y nos demuestra inexorablemente una gran variedad de leyes y de fenómenos
físicos y químicos. Ciertamente la Ciencia moderna avanza cada vez y con mayor
seguridad, abriéndonos la “Puerta hacia la Verdad”, y esto es positivo para el
hombre y por consiguiente para la sociedad en conjunto. La Religión también cumple
su sagrado papel de buscar la Verdad. La búsqueda de la verdad a través de la
religión es más subjetiva, más personal e intransferible, donde las
experiencias íntimas, místicas y espirituales son esencialmente reveladoras
para el individuo que así las experimenta. Pueden ser ciertas o ilusorias,
divinas o subconscientes, pero ahí están. Y para los sujetos que así lo
vivencian pasan a formar parte de su bagaje existencial.
Por consiguiente y simplificando
estas dos posiciones aparentemente antagónicas, podríamos aseverar que la línea
del científico es puramente mental y concreta. Basando su percepción en el
mundo de los 5 sentidos, y su trabajo de investigación siempre estará limitado
por los instrumentos materiales que utilice, como es obvio. Sin embargo también
deberíamos decir que la postura estrictamente religiosa tampoco es completa,
porque no solamente existe Dios, sino también materia, y tanto la una como la
otra necesitan un correcta comprensión y un correcto desenvolvimiento en la
vida y en la percepción del hombre. Desde el punto de vista esotérico, ESPÍRITU
y MATERIA son UNO, ya que el espíritu es materia o sustancia sublimizada, y la
materia es espíritu o divinidad concretizada. Aunque formulado de una forma
poética, lo anteriormente expuesto, contiene una realidad integra, ya que
actualmente esta demostrado que TODO ES ENERGÍA, sea ésta más densa o más
sutil, más elevada o con mayor dureza, las verdad es que todo es energía, y la
energía ni muere, ni se destruye, ni desaparece, sino que siempre está en
constante movimiento, en constante transformación, de un estado a
otro. En esta simple pero magnífica simbiosis podríamos unir a la ciencia
y la religión, ya que las dos son partes
de una misma búsqueda, y hermanas gemelas de un mismo creador. Las dos deberían
trabajar juntas y complementarse conjuntamente en el camino de la investigación
esencial. Las dos unidas como el padre y la madre y rodeadas de entendimiento y
amor, seguramente darían como resultado creador el nacimiento de un tercer
factor, el hijo, la Luz, que nos guiaría con seguridad hacia el abrazo sincero
de la Verdad, a la cual en este capítulo hacemos tanta referencia.
Pero como alcanzar la Verdad, si la
verdad no es material, ni mental. Difícil dilema para el buscador. Si la verdad
es que el hombre es polvo y en polvo se convertirá, todo lo anteriormente
expuesto o en lo sucesivo de nada importa, y carece de toda practicidad. Pero
si la verdad es que el hombre es un “hijo de Dios” y por lo tanto
espiritualmente inmortal y divino, sí que importa lo anteriormente expuesto y
lo sucesivo, porque iremos avanzando en comprensión. Ante los Misterios de la
Vida y la Metafísica, quizás, la correcta actitud a tener presente sea la
razonable duda, pero a la vez, la suficiente humildad mental, para esperar lo
inesperado, lo nuevo, la Magia. Una mente analítica, un espíritu crítico, un corazón
intuitivo y un alma en constante atención y abierta a la revelación, y por
supuesto, mucho sentido común y sin extremismos, sean las actitudes necesarias
y positivas para recorrer el sendero hacia la “Verdad”.
El acercamiento a la Verdad es
siempre progresivo. Podemos alcanzar una determinada verdad, pero siempre
habrá una “causa” superior a ella misma, siempre habrá una verdad mayor que
espera a ser descubierta. Por lo tanto estemos alerta y abiertos a una nueva y
más amplia revelación. Las pequeñas verdades son necesarias para erigir mayores
verdades. Las verdades a medias, son también verdades, y éstas dependen, naturalmente,
del punto de compresión alcanzado.
El interés por la ciencia es uno de
los primeros impulsos que siente el hombre inteligente, por descifrar el
Misterio o Causa de las cosas. A continuación contaremos en forma de historia
simbólica, el concepto que aquí queremos dar sobre el progresivo acercamiento a
diversos estadios de “verdad”:
“Al principio, para el hombre que
empezaba a sentir el interés por la ciencia y sin embargo no tenía las
herramientas necesarias, por ejemplo para investigar una simple piedra,
la piedra era a sus ojos no nada más que una simple piedra, algo más o menos
grande, rugosa y con alguna tonalidad cromática. Sin embargo, no contento con
este estudio, y debido a ese afán científico, perfeccionó herramientas que le
permitiese ver un poco más allá de aquello puramente sólido, algo que le
acercase un poco más a aquella parte Oculta "Esotérica" que todavía
no percibía. Con el tiempo y esfuerzo perfeccionó una lente. Esa lente le
abrió las puertas de otra realidad, de otra dimensión hasta entonces
desconocida, oculta, y se dio cuenta que esa simple piedra, ya no era tan
simple, ya que estaba compuesta de diferentes sustancias químicas. Pero no
satisfecho con ese nuevo estudio, siguió investigando y perfeccionó aun más
esa lente penetrando un poco más en ese nuevo espacio hasta entonces velado a
sus sentidos físicos, y descubrió entonces, aunque claro está que siempre
había estado ahí, que esas sustancias químicas estaban a su vez compuestas de
partículas aun más pequeñas llamadas átomos con sus respectivos neutrones, protones
y electrones que se movían a una velocidad extraordinaria. ¡CARAY! dijo con
la simple piedra, y siguió investigando. Y un día llegó un señor llamado A.
Einstein y dijo; "TODO ES
ENERGÍA", la materia es energía condensada y la energía pura es
una sustancia material muy sutil no
visible para nuestros sentidos de percepción ordinarios. Y lo pudo probar, y
ahora tenemos la famosa fórmula: E=mc2 .. (este
conocimiento de que todo es energía era lo que estaban cansados de decir
todos los Grandes Maestros y sabios de la Antigüedad). Y aquel científico
sigue hoy investigando y lo que todavía no ha descubierto sigue siendo
"esotérico" para él, hasta
que en un futuro no lejano, descubra la VIDA, el ESPÍRITU y la razón de Ser de esa aparente simple "Piedra".
|
Para el estudiante esotérico, y como un paso más allá de
la ciencia ordinaria, la “piedra” vendría a ser un “Pensamiento Divino” mantenida
en la “Mente del Creador”. Ya que entendemos que detrás de toda la Creación, en
el trasfondo de la existencia misma, sólo existe ÉL, que en realidad somos
nosotros mismos y toda la diversidad manifiesta. Pues en el Uno se funde todo.
Y al igual que la energía lo es todo, así también, el alfarero moldea el barro
y crea infinidad de figuras y formas; pero todo es “ilusión” ya que todas las
formas y figuras no son más que barro, energía en esencia, elemento “uno” y
universal que lo envuelve todo y a todos. Lo único que cambia es el pensamiento
creativo, la voluntad de moldear el barro, la energía de la vida. Y a sea
“Magna Voluntad” la llamamos de diferentes maneras, según nuestra cultura y
tradición: Padre, Creador, Dios, Divinidad, Uno, Logos, etc.
Sin embargo existen dos clases de “verdad”, la humana
y la esencial (divina). Está la verdad relativa sobre lo que el
ser humano ha inventado y clasificado, y la verdad tal cual es, en última
esencia, en raíz de las cosas en sí mismas, más allá de cualquier cavilación
intelectual o especulación racional. Las verdades humanas son siempre transitorias,
lo que hoy creemos que es cuadrado mañana posiblemente sea redondo, como por
ejemplo la teoría de antaño que si la tierra era plana o redonda, o cuando en
la antigüedad se pensaba que lo que hacia vivir a un hombre era su espíritu y
que las venas, arterias y demás órganos nada tenían que ver, mucha gente murió
por tal nueva visión. Y así infinidad de falsos conceptos, comprensibles claro
está, para todo ser que está evolucionando. Pero de igual manera que en el pasado,
lo que hoy descubrimos, que sin duda es mejor y más verdadero que lo de ayer,
también en un futuro próximo será obsoleto y caduco, y producirá risa. Por lo
tanto el ser humano vive en constante cambio y en verdades relativas. Pero debemos
comprender que esto no es malo sino natural, y el problema viene cuando algunos
creen que ya han alcanzado el cenit, lo máximo, la última verdad, y sobre ello
edifican su templo. En esos momentos sus mentes se cierran, se cristalizan y
rompen, ya que no hay nada superior que descubrir, y hacen de un granito de
arena una montaña. No han aprendido la lección del pasado, del tiempo y de la
relatividad de todo lo material. Pero para un buen científico, ya sea de
ciencia o metafísica, la humildad para aprender es la clave, y la
comprensión intuitiva de mayores espacios de “verdad” han de ser la tónica de
sus esfuerzos sinceros, inevitable búsqueda debido a esa inquietud innata en
todo ser inteligente, en pos de mayor seguridad para vivir libremente y
con total creatividad y amor.
¿Y cuáles son las Verdades Esenciales? Imposibles de
decir o escribir, ya que no pertenecen al reino de las palabras, ni de los
signos ortográficos, tampoco pertenecen al mundo de la formas o de los
símbolos. No pertenecen al espacio mental ni intelectual, tampoco a la
suposiciones o estadísticas. Nada tienen que ver con los libros o con el
sonido, con los cinco sentidos o con una doctrina. La “VERDAD” es una
experiencia directa, intransferible de ningún modo comunicable, es una
implosión reveladora, una percepción espontánea e instantánea sin
intermediarios, una expansión del SER Interno imposible de describir. Y aun así
ni siquiera podemos imaginar o intuir lo que es, todo lo que pensemos al
respecto será una barrera limitadora para experimentarla. A este respecto las
frases del venerable BUDA nos son iluminadoras:
"No hemos de creer en lo dicho, simplemente
porque fue dicho; ni en las tradiciones, porque han sido transmitidas desde
la antigüedad; ni en los rumores; ni en los escritos de los sabios, porque
han venido de ellos; ni en las fantasías, que se supone han sido inspiradas
por un DEVA (ángel, es decir, una
supuesta inspiración espiritual); ni en las deducciones basadas en alguna
suposición casual; ni por lo que parece ser una necesidad analógica; ni por
la mera autoridad de nuestros instructores o maestros; sino que hemos de
CREER cuando lo escrito, la doctrina o lo dicho, está corroborado por nuestra
razón y CONCIENCIA. Por eso enseñe a no creer lo que oyen decir, sino que,
cuando lo crean conscientemente, Actúen De Acuerdo Y Plenamente".
|
A la
vez se debe comprender que el Conocimiento Esotérico no pertenece a ninguna
escuela o grupo, corriente religiosa o espiritual de algún tipo. La
"VERDAD" es la Joya Sagrada que pertenece por derecho propio
a toda la humanidad, y ésta se encuentra en el espíritu y dentro de cada Ser,
la Verdad se encuentra por doquier, es absolutamente libre, ya que en sí misma
la Verdad Libera, por lo tanto nadie debería intentar “monopolizarla” como hasta ahora, lamentablemente, siempre se ha
querido hacer.
"... No hay Religión, Filosofía o Ciencia Más Elevada que
la Verdad, y Ésta no es Propiedad de Nadie, Excepto del Espíritu Libre e
Incluyente que se Encuentra en el Interior de Todos y Cada Uno de Los Seres Del
Universo..."
Cuando al Maestro Jesús, Pilatos le pregunto: ¿cuál
era esa Verdad de la que él hablaba? Su respuesta fue el silencio. No dijo
nada, ¡o quizás respondió! y el silencio fue la respuesta acertada... Una vez
estaban discutiendo, apasionadamente dos monjes budistas en el jardín, sobre la
verdad, si era esto o aquello, y por aquellos lugares estaba el venerable Buda,
paseando gozadamente, y fue rápidamente abordado por esos dos jóvenes monjes, y
le preguntaron exaltados; Maestro ¿cuál es la Verdad? El venerable Buda sin hacer
ningún gesto y en profundo silencio siguió su camino. No respondió nada, o
¡quizá sí! y el silencio, fue nuevamente la respuesta más acertada. Jesús
dijo:”Conoced la Verdad y ella os hará libres”. Porque la verdad libera
verdaderamente, y es un alimento que da Inmortalidad, por que no solamente de
pan vive el hombre sino de toda palabra salida de Dios. Pero no son los
sentidos ni el intelecto los que se alimentan de la Verdad, ya que ellos se
alimentan de estímulos y conocimientos, ya sean estos ciertos o erróneos,
prácticos o superficiales. Observamos en la vida a individuos que saben mucho,
que tienen varia carreras, y son elocuentes y locuaces del saber humano,
personas que tienen un nivel de inteligencia muy alto pero que sin embargo
tampoco son “libres” en verdad. Tienen los mismos problemas que cualquiera y
sufren por las mismas causas que los demás. Luego no es la “verdad del mundo”
la que nos hace libres y a la que se refería el Maestro Jesús. Es otro alimento,
y el que se nutre no es el intelecto humano, sino que es el alma el que se
alimenta de Verdad, y cuanto más come más crece, y cuanto más crece más
divinamente se manifiesta a través del hombre, del individuo. Cual podría ser
el mejor ejemplo para ilustrar este especial alimento, pues el amamantamiento
de un bebé; ponerle el pecho de una madre a un bebé y veremos la magia de la
verdad. En esos momentos todo su cuerpo, todos sus sentidos, todo su Ser se
transforma, para recibir directamente y sin
titubeos la total experiencia, experimentando el alimento en su forma más pura
y consciente, o ¿es que acaso pensamos que el bebé está pensando en otras
cosas?... Así se experimenta la verdad.
Hay quienes piensan que la Verdad se encuentran en
sus “Biblias”, en sus Textos
Sagrados, creen que en sus libros están contenidas “Las Palabras de Dios”, y
sólo en sus escritos no en el de los demás, naturalmente. Quieren tener la
exclusividad de lo Inefable, de lo Absoluto, pero la verdad es que son víctimas
de sus propios dogmatismos y difícilmente algún día podrán experimentar la
Verdad. Porque, acaso la Palabra de Dios no es la Voz que sale de Su boca, o pensamos
que Su voz es lo mismo que un pedazo de papel y tinta... Cierto es que existe
mucha sabiduría en los textos sagrados de todas las religiones del mundo, por supuesto,
pero también es cierto que todo es interpretable, y por lo tanto fácil de errar
en su entendimiento. Sin embargo, la experiencia directa con esa realidad
divina, cuando se vive plenamente, no es interpretable, sino Verdad, tan clara
y nítida como jamás se podría imaginar, pero difícilmente reproducible para
comunicárselo a otros. Por esa razón, tanto el Maestro Jesús como su hermano el
Maestro Buda respondieron de la misma manera “el silencio”.
Ellos, claro que experimentaron la Verdad, como muchos otros Iniciados,
Maestros, Iluminados, Místicos y Discípulos, de todas las épocas y todo lugar,
pero ¿cómo expresarla de tal forma que se vivenciará para los demás? imposible
con palabras, por esa razón el Silencio es el mejor Maestro para experimentar
directamente el Misterio de la Vida en todos sus planos y dimensiones posibles.
Porque el Silencio te eleva más allá de los ruidos y murmullos del plano
físico, y te permite percibir lo sutil, lo
etéreo, la Voz de tu alma, la cual vive en Verdad.
¿Cómo explicaríamos el olor de una rosa a alguien que
jamás la ha olido?. Ya podremos darle muchas vueltas, muchas explicaciones y
ejemplos, pero de ninguna manera podremos ni acercarnos ha dicha experiencia,
hasta que él mismo no lo experimente directamente. Así debemos obrar nosotros,
y no creernos todo lo que leemos o escuchamos, por muy lógico o espiritualmente
acertado que parezca, sino que deberíamos mantener siempre una actitud
responsable, constructivamente crítica y serena ante cualquier nuevo
conocimiento. No se trata de rechazarlo todo, ni tampoco de aceptarlo todo, se
trata de investigar y experimentar, de tenerlo presente como una posibilidad,
de tenerlo en cuenta, por si acaso. Y solamente cuando ese conocimiento haya
sido experimentado plenamente por nuestra conciencia y asimilado todo su
potencial, sólo entonces podremos decir, con total seguridad, que esto es o no
es verdad. Hoy en día es tan fácil la manipulación, algunas personas ya por
inercia rechazan cualquier exposición metafísica, aún sin investigar ni
estudiar ni un solo minuto de su vida, pero ahí están, aseverando y opinando
como si fueran realmente doctos en el tema. Luego los ahí totalmente crédulos y
ya de por sí son personas fácilmente sugestionables y manipulables, se creen
todas las cosas pero no hacen nada, tampoco, por verificar su autenticidad. Un
sabio dijo: “El que se ríe de lo que no conoce va en camino de convertirse en
un idiota”, nosotros también agregaríamos que “el que se cree todo lo que oye, también va en el mismo
camino de la estupidez”. Son las dos caras de la misma moneda, pero
ninguna de las dos actitudes son las más idóneas para convertirse en
“buscadores de la Verdad”. Hay que buscar el punto medio, el justo equilibrio
entre los dos, entre una buena dosis de coherencia y profundo sentido común,
esa es la clave maestra para avanzar con seguridad y rapidez en el sendero que
conduce a la Sabiduría.
Sócrates, uno de los más grandes filósofos,
llego ha decir: “sólo sé que no sé nada”, indudablemente este
maravilloso axioma revela una gran sabiduría. Para el sabio que reconoce su
limitación, ya no esta tan limitado, pues ha puesto una buena base de humildad
para edificar con seguridad su templo de conciencia despierta. “Sólo el que
cree que sabe ha muerto en sabiduría”. Hay un aforismo esotérico, o axioma
espiritual, que debían y deben tener muy presente los Iniciados a los
Misterios, que dice: “Querer, Saber, Osar y Callar”. Generalmente el
Sabio habla poco pero dice mucho, no pierde las energías en discusiones
banales, sino que permanece en silencio. Aunque ese “silencio” muchas veces no
quiere decir callar, sino permanecer en calma interior mientras se habla, pues
es tan malo hablar cuando hay que callar, como callar cuando hay que hablar.
En la fábula del “Elefante Blanco” hay mucha
sabiduría por descubrir, mucho para reflexionar e investigar. Ciertamente no
hay nada mas hermoso en este mundo que descubrir la “Verdad”, aunque a esa
Divina Verdad no se la pueda poseer, sino que es ella, que a su debido tiempo y
a su debida madurez, es la que posee al hombre.......