ANTONIO BLAY. LIBROS Y BREVE BIOGRAFÍA






Mucho antes de llegar a España el tema de la autoayuda, aquí tuvimos un gran maestro que supo adaptar como nadie conceptos y prácticas orientales a nuestra idiosincrasia occidental. "ANTONIO BLAY. (Barcelona 1.924 - 1.985) Actualmente se le considera el psicólogo precursor de la Psicología Transpersonal en España. "Su obra abarca desde los aspectos académicos de la psicología moderna, incluyendo los aspectos humanísticos, hasta la experiencia trascendente de los místicos occidentales y orientales" (Def. Gran Enciclopedia Catalana)."

Antonio Blay Fontcuberta natural de Barcelona (1924-1985). Estudió psicología (1959) y creó la Psicología para la Autorrealización, la cual abarca la comprensión de cómo hemos perdido el contacto con nuestra esencia, la creación de los hábitos y el personaje, el Yo idea, el Yo ideal, la triple angustia, los patrones de conducta, etc.

Blay supo profundizar en el campo de la Psicología e integrar su conocimiento con culturas orientales. Por ejemplo, introdujo la necesidad de la meditación y el silencio a fin de adquirir ciertos estados superiores de conciencia, también usaba términos o ideas propias como el término “Centramiento” que es la forma de conectar con el centro de uno mismo.

Enseñaba que el punto de contacto óptimo con Dios es el centro de uno mismo. Lo fundamental para él era el ser uno mismo. Para ello daba mucha importancia al centramiento, al situarse en ese eje de energía, visión y amor con disponibilidad y soltura hacia fuera y apertura a lo superior. 

Sus enseñanzas disponían también de ejercicios especiales para conectar tanto con el subconsciente como con el supraconsciente.

Aunque decía que su vida no tuvo nada de extraordinario, se le considera un  personaje carismático, ya que sabía hacer despertar lo verdadero que reside en cada persona sin situarse en una posición de superioridad o maestría.

Él instaba a que cada hombre aprendiese a ser independiente y libre y a que contrastase cada uno la realidad por sí mismo. De esa forma, según él,  aprendías tú mismo con la vida y la vida era tu maestra. El insistía en la necesidad de profundizar en la realidad para ver la verdad.

“Cuando aprendamos a estar frente a los demás no única y exclusivamente con nuestra mente atenta, lúcida, penetrante, sino también con nuestro corazón abierto y con una actitud cordial concreta hacia ellos será cuando descubriremos  que les comprendemos más y más.

¿Deseamos  amar y ser felices?¿Sí?

Bien, pues lo primero que le diría es que, a partir de este momento, dejemos de lamentarnos de las cosas malas que nos pueden suceder. Debemos dejar de quejarnos por el modo de ser de los demás. Dejar de preocuparnos por nuestro pasado o por nuestro futuro. Perdonar y olvidar de veras todas las injusticias de que hemos sido víctimas.

Ejercitar además el silencio. Así viviremos directamente de la substancia de nuestra conciencia, de nuestro ser, de nuestra existencia. Y gracias a esa toma de conciencia, a esa realización de nuestra substancia, aprenderemos a vivir desde ella. 

Toda cosa en la vida está hecha de una substancia o, mejor dicho, de una triple substancia: de energía-amor-inteligencia. Cuando aprendemos a vivir de esa energía, de ese amor y de esa inteligencia en sí mismas, entonces realmente vivimos en la esencia, en la substancia de nuestro ser y de nuestro existir. Ya que toda cosa, toda circunstancia, todo acto, todo hecho, todo lo que existe, son modos, aspectos, manifestaciones y derivaciones de esa substancia.

El universo suspira para que seamos plenamente felices. Pero debemos comprender que realmente el amor y la felicidad no están a fuera, sino que entran por dentro, entran por el yo profundo, por el corazón interior.

Lo exterior es tan sólo el campo donde nos expresamos, exteriorizamos lo que llevamos dentro. En la medida en que damos el amor que hay en nosotros,, en ese mismo grado el amor y la felicidad crecerán.

Es una ley básica del crecimiento. Sólo crecemos en la medida en que damos, en que ejercitamos, en que exteriorizamos. El crecimiento no se produce nunca de fuera hacia dentro, sino de dentro hacia fuera”.



A. BLAY por él mismo


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